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27/2/12

Mensaje final de semestre a los profesores

Ser delegado es una responsabilidad que acarrea diversas obligaciones, pero también es una función que favorece sustancialmente al individuo poseedor de esa responsabilidad; la principal y mas notable, es la previa preparación para un mundo litigante muy competitivo y amplio. Afortunadamente para mi, en algunas ocasiones, y desafortunadamente para mi, en otras, bajo mi tutela ha recaído la responsabilidad de ser Delegado de Curso durante 3 semestres consecutivos, teniendo que enfrentar diferentes modos de ver la vida, diferentes maneras de decir las cosas; en síntesis, he tenido que enfrentar diferentes personalidades no solo en profesores si no en alumnos. Ser delegado implica ser odiado por muchos y respetado por otros; para algunos, ser delegado implica una función de autoridad, de competencia; para otros, es una carga molesta y "nerd" que implica una responsabilidad que no pretender asumir.

Ciertamente para mí, ha sido todo un reto, pero este artículo no tiene como motivo la descripción de mi punto de vista descriptivo de mi hacer como delegado. Al contrario, este articulo tiene como motivo enviarles fraternalmente las gracias a todos los profesores que durante nuestro semestre, dedicaron parte de su tiempo personal y profesional para la digna formación de abogados, con ciertas excepciones, con mira a un futuro no muy lejano de relevo.

Seguramente, en algún momento de nuestro precoz tiempo, alguno de los estudiantes hoy sentados en sillas y pupitres, serán docentes en la misma institución donde se formaron como profesionales. Bien sea para seguir contribuyendo a los males profesorales, o para mejorarlos. Lo difícil aquí, será vencer las adversidades expuestas por el querer luchar ante la mediocridad y la falta de altruismo profesoral. Desde mi punto de vista, por mi capacidad de pensamiento y por el análisis de mi minúscula experiencia como docente, el docente no solo debe estar dotado del conocimiento, si no de la capacidad de transmitir sus conocimientos, de los valores inherentes al ser humano y del abogado, de un sentido amplio de servicio y de bondad, de un saber profundo de la realidad del país, del nivel tan alto de corrupción del deber ser y el ser, en fin, de un numeral muy amplio de caracteres que siquiera algunos profesores poseen el primer expuesto en esta breve descripción; el mal no es hacia ellos, si no hacia sus alumnos que quedan con esa mala transmisión de conocimientos y afectan en un futuro su labor como profesional. Eso no solo habla mal de un profesor, si no de un país y sobre todo de una Universidad. El día de mañana, seremos juzgados es por la institución donde egresamos como abogados y mas globalmente, por el país de donde somos. Entonces preguntémonos: ¿Esta es la Universidad que queremos? ¿Este es el país que queremos?

Por eso, felicito y admiro a aquellos profesores que no solo nos enseñaron sus conocimientos en la cátedra, si no aquellos que se extrapolaron para enseñarnos mas allá de la catedra, deslumbrándonos un mundo fuera de nuestras paredes universitarias. Felicito igualmente a aquellos profesores que con su carácter, personalidad, hablar, posar, vestir y tratar, nos mostraron el verdadero perfil de un profesional del derecho; un sentimiento arraigado para la lucha del cumplimiento de las normas legales, de las buenas costumbres, la buena ética y la buena moral, es una guerra que enfrentaremos en un futuro no muy lejano.

Por otro lado la subestimación por parte del profesor al alumno es algo que jamás toleraré, profesores que deberían arrebatar de sus labios y dedos, ese verbo amplio y hermoso cuyo concepto muchas veces es poético: Profesor, Docente. El buen trato del profesor hacia sus alumnos es acreditador de respeto; el respeto es algo que se gana y no se exige. El respeto no es otorgado por el titulo de abogado, es el respeto quien otorga el verdadero titulo de abogado; ese titulo no lo da la Universidad, se lo otorga el profesional mismo en su andar diario. Por eso, desacredito a aquellos profesores que incumplieron con las mas altas normas de docencia, aquellos que corrompieron las normas de la moral y los valores, aquellos que mas específicamente denigraron o al menos eso intentaron, a los alumnos con su escaso verbo y sus ordinarios actos. Afortunadamente, no la mayoría entra en mi desacreditación.

Yo soy de esos pocos que espera algún día ser docente de la Universidad; soy de aquellos que admira los modelos de "preparador" de otras universidades e implementarlos en la mía como motor para la mejorar la educación y brindar prestigio y experiencia docente a los estudiantes; soy de eso que anhela formar parte del Consejo Universitario; soy de aquellos que anhela que la universidad preste mejor y mayor atención ante las exigencias de sus alumnos; soy de aquellos que espera que los profesores se coloquen en los zapatos de sus alumnos y esperen que sean mejores profesionales; soy de aquellos que espera que los profesores arranquen de su boca el verbo de subestimación; soy de aquellos que anhela obtener mejores docentes en mi universidad y soy de aquellos que admira y respeta un ... verdadero: Profesor.

Así finalizo mi mensaje de despedida a los profesores de este semestre, deseando sea solo un Hasta Luego y no un Adíos.

Mi admiración y respeto a:

José Gregorio Correa
Miguel Alciro Berroteran
Omaira Martínez
Belkys Caballero
Miguel Graterol

Muy Atentamente:

Cristia Valente
Delegado III "C", periodo I-2012, Turno matutino, Univerisdad Santa María, Sede principal.  


           













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